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sábado, 22 de octubre de 2011

Estelas.

(Estela I. Copán, Honduras.)

Estela en Copán.

Miro tu fotografía y vuelves más tangible,
entre risas y errores te entiendo más humana
y tu voz por un momento está a mí cercana:
tan sólo un sueño lo puede hacer posible.

Este papel quiere falsificar toda la historia
al conservarme un solo segundo de tu risa;
¿Es la esencia lo que muere y que agoniza
o es falso el Tiempo y falsa la Memoria?

¿Es que no puedo reservarme tu presencia?
¿Hoy eres ayer, mañana, o tal vez eterna?
Quizás lo único que atesora nuestra mente

no es, sino de cada ser, la real esencia;
su profunda razón de ser, su soplo vital,
una estela que se levantará eternamente.


(Estela 9. Tikal, Guatemala.)

Estela en Tikal.
Te espero en mi soledad vacía,
antiguo amor de tiempos idos;
recuerdo alejado, mas no perdido,
en ésta tristeza hoy sólo mía.

para recordar guardo lo querido
y mi alma no es una tumba fría;
el tiempo pasa, pero el que sufría
te guarda mejor en sus sentidos.

Y la memoria, de la que emanas,
consigue que no pueda olvidarte
pues esencialmente aún eres mía.

Entonces, tú nunca estás lejana;
ésta evocación me hace atesorarte
en el momento ideal de la poesía.


(Estela. Yaxchilan, México.)

Estela en Yaxchilan.
Mi pecho rozaste con el pezón de tu seno
y en mi boca dejaste un beso emponzoñado,
dando al tonto de mi corazón descuidado
las gotas ámbar de tu mirada con veneno.

Desear ciegamente lo que me has hecho:
tu cintura y tus muslos me atormentan;
el rayo de lujuria truena, y se revienta
la ola negra del naufragio en mi pecho.

Amor o Muerte, es lo que anhelo y pido;
dame ya la satisfacción del morir sereno:
la realización total, Ambrosía o Veneno

a tí suplico; dáme el eterno descanso
si no hallaré en tu vientre el remanso
que ofreciste, y aún no has concedido.

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